Febrero para la historia.
No era un grupo pequeño. Cinco tenientes coroneles seguidos por 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2 mil 56 soldados. La misión era tumbar al gobierno, respondiendo a un clamor popular que había gritado con furia tres años antes, también en un inolvidable febrero. Un grito enorme de frustración por el monstruo en que se había convertido la llamada “democracia representativa”.
Los hombres que aquel febrero hicieron el intento por enderezar las cosas en un país cansado de la ineficiencia y la corrupción, pertenecían a 10 batallones y formaban parte de las guarniciones militares de los estados Aragua, Carabobo, Miranda, Zulia y el Distrito Federal. Fueron dirigidos por jóvenes oficiales: Hugo Chávez, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta Hernández y Jesús Ortiz Contreras, entre otros.
Ellos formaban parte de una organización conocida como Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), con una ideología política nacionalista y revolucionaria, basada en el pensamiento de Simón Bolívar. Hace ya 16 años y en aquel momento era casi imposible saber que se trataba de la semilla de lo que hoy conocemos como Revolución Bolivariana, cuyos nueve años celebramos también este 2 de febrero.
¿Por qué aquel grupo de hombres arriesgó la vida tratando de cambiar una nación? Los antecedentes y las consecuencias estarán siempre en este emblemático mes.
Pérez segunda parte
Carlos Andrés Pérez disfrutaba de su segundo mandato y estaba seguro de que el país era el mismo que dejó en los años 70. Pero la economía ya no era la de antes. La deuda externa llegaba a los 35 mil millones de dólares, una de las más altas per cápita del continente.
Las reservas internacionales habían tocado fondo y alcanzaban solamente para pagar una semana de importaciones. El 80 por ciento de los ingresos de 1988 se habían gastado en pagar los intereses de la deuda.
Pocos días después de una ostentosa toma de posesión, que muchos llamaron “coronación” por todo lo que tuvo de show, Pérez tuvo que hacer frente a las nuevas realidades, presionado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Su 'gran viraje' eliminó los subsidios e inició el proceso de privatización de muchas industrias estatales. Fue un programa netamente neoliberal que produjo sus resultados en números fríos: si en 1989 el Producto Interno Bruto cayó en el ocho por ciento, en 1991 tuvo un alza del 9.3.
Pero al mismo tiempo los sectores más débiles de la sociedad resultaron gravemente afectados en su nivel de vida. Para la época, dos terceras partes de la población vivía en la pobreza, relativa o absoluta. El aumento de precios en artículos de primera necesidad y en los pasajes hizo un daño irreparable.
Sólo dos semanas después de las medidas económicas, el 27 y el 28 de febrero del 89, estallaron los disturbios que se conocen como el 'caracazo', con un saldo terrible que de acuerdo a lo informado por algunas fuentes podría pasar de los mil muertos.
La brutal acción represiva del Gobierno involucró a las Fuerzas Armadas, lo que produjo profundo malestar en un sector que no estaba de acuerdo con utilizar la fuerza militar contra el pueblo.
Esa situación se unió a la corrupción generalizada y al aislamiento político de Pérez con su partido Acción Democrática, para conformar una mezcla explosiva que detonó el 4 de febrero del 92. Los oficiales que se levantaron se habían convertido en una especie de 'clase media' militar, que no soportó la descomposición de la cúpula que los comandaba.
El asalto al palacio presidencial se inició a las 12 de la noche del 4 de febrero. Al mismo tiempo se asaltaron la residencia presidencial (La Casona), y otras importantes ciudades del país. Los enfrentamientos fueron intensos en algunos casos, pero finalmente los insurgentes se rindieron. De allí salió el histórico “por ahora” del comandante arrestado que sólo años después se convertiría en el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías.
También en febrero
Casual o no, la Revolución Bolivariana comenzó también en febrero de 1999, luego de una gran victoria popular en diciembre del año anterior.
Con la justicia social y la democracia participativa y protagónica como objetivos claros, Chávez inició un período renovador, dirigido a refundar la República bajo una óptica socialista y a través de acciones clave como la convocatoria de la Asamblea Constituyente, contemplada como un proceso de relegitimación de todos los poderes, siempre con la participación directa del pueblo.
Venezolanos y Venezolanas se convirtieron desde entonces en agentes de cambio, en actores del rediseño estructural del país, concebido desde las bases y con miras a transformar para siempre la democracia representativa en participativa.
Tal como lo dijera el Jefe de Estado hace exactamente dos años: “Tenemos una sociedad donde la inmensa mayoría de los venezolanos está incluida en el cuerpo social, en la esperanza nacional (...) La actual Venezuela es una sociedad totalmente distinta a aquella de exclusión y de privilegios”.
Contra la democracia
Han sido varias las ocasiones en que la oposición venezolana ha enfilado baterías en contra de la democracia legítima y constitucional que hoy, luego de nueve años, pisa tierra con mayor firmeza y enarbola banderas de soberanía y fortaleza.
Por enumerar algunos de estos intentos, vale mencionar el 11 de abril del 2002, cuando el Gobierno de Hugo Chávez Frías enfrentó un golpe de Estado. No obstante, la significación de la fecha radica en la actuación del pueblo que no se quedó en sus casas sino que salió a la calle a defender la revolución, restaurando el orden político y social en tan sólo 48 horas.
Seguidamente, en diciembre de 2002 y enero y febrero de 2003, otro acontecimiento atenta contra el proyecto socialista en curso. Esta vez, un sabotaje contra la empresa más importante de la economía nacional, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), pretendió ejercer presión sobre el colectivo con acciones como la supresión de servicios elementales como el gas doméstico para cocinar y la gasolina para el transporte vehicular.
Este intento de desestabilización fue también derrotado gracias al esfuerzo de trabajadores que no se sumaron al paro de actividades convocado por organizaciones como la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y Fedecámaras, sino que se mantuvieron activos; así como la incorporación de personal jubilado a la petrolera y la movilización de fuerzas militares.
Dos años después, y bajo la figura del referéndum revocatorio, se efectúa en 2004 una elección que pretendía poner fin al mandato de Chávez. No fue así, y por el contrario, se sella una nueva etapa del Gobierno Bolivariano, cuando el Presidente obtiene el 59,25% de votos a su favor para continuar llevando las riendas de la nación.
Aciertos revolucionarios
En el año 2004 tuvo lugar el lanzamiento del Nuevo Mapa Estratégico, programa que definió diez objetivos o directrices para la nación, entre los que resaltan el tema energético y la soberanía alimentaria, siendo este último un asunto que durante los últimos días ha centrado la atención del Jefe de Estado, quien en esa dirección ha emprendido numerosas acciones.
Dos años después, luego de salir airoso en las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de 2006, Chávez inicia su segundo período constitucional, cuyo primer eje contempla la propuesta de la Ley Habilitante, que permite al Ejecutivo legislar sobre las materias necesarias para adelantar los cambios hacia el socialismo.
Esta iniciativa constituye el primer elemento de los cinco Motores de la Revolución impulsados desde el Gobierno Nacional. El segundo, la Reforma Constitucional, representa una fase aún no concretada que intentó validarse mediante referendo el pasado 2 de diciembre pero que no alcanzó a reunir la mayoría de los votos. De acuerdo con el Presidente, probablemente fue un poco apresurado el momento que se decidió para acercar a la población una nueva propuesta de Carta Magna: “Quizá, el pueblo no está maduro ni preparado para asumir el proyecto socialista'.
El Tercer Motor de la Revolución, Moral y Luces, es la jornada nacional que comprende una campaña de educación moral, económica, política y social que va más allá de las escuelas, pues estará presente en los talleres, en los campos, en los núcleos endógenos y demás entes populares.
Chávez denominó el Cuarto Motor como la Nueva Geometría del Poder, definido por la nueva manera de distribuir los poderes político, económico, social y militar sobre el espacio nacional, a través de la revisión de la distribución político-territorial del país y la consecuente construcción de sistemas de ciudades y de territorios federales.
La Explosión Revolucionaria del Poder Comunal es el Quinto Motor, íntimamente relacionado con la democracia protagónica, el cual, según el líder venezolano, tiene mayor fuerza y dependerá del éxito de los anteriores ejes revolucionarios de esta nueva era de la administración pública que hoy llega a sus nueve años.
Las tres R
Revisión, rectificación y reimpulso. Tres acciones que se vinculan entre sí y que redundan en la optimización de un período exitoso. Tres acciones que no son casuales y que refieren, en primer término, a la revisión interna que debe hacerse a toda la estructura socialista en marcha; en segundo lugar, a una rectificación que tienda a una suerte de autoanálisis sobre el cual modificar conductas nocivas para el cambio, y por ultimo, al reimpulso del proceso revolucionario.
Los resultados del pasado 2D tuvieron mucho que ver con esta iniciativa del presidente Chávez, quien propuso para este 2008 revertir las fallas que hayan dado lugar a que la reforma constitucional se mantenga suspendida en un “por ahora”.
De activarse mecanismos que respondan al planteamiento de las 3R, puede asegurarse que tal reforma se encuentra vías de ejecución mediante el debate con las comunidades que aún no finaliza, en aras de alcanzar un consenso popular que dé luz verde al proyecto.
En retrospectiva, los avances superan los resbalones, y con buen tino las fallas se han convertido en aciertos. En adelante, puede augurarse la continuidad de un período que apunta hacia la prolongación de su método socialista, amparado en una democracia de carácter humanista y entendida como un espacio para la participación y la inclusión.
Hacia allá nos dirigimos y en el camino siempre nos percataremos de la importancia que el mes de febrero ha tenido en todos los cambios que hoy vivimos como nación y los que faltan por experimentar.
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